Texto Rosa Pérez López
Fue en Santiago de Cuba, donde ya nada podría provocar asombro,
y sin embargo aquel amanecer del 30 de noviembre de 1965 esa
ciudad despertó de un modo diferente: despertó con un sobresalto
verdeolivo.
Por vez primera el coraje de los luchadores por la definitiva libertad
de Cuba se uniformaba de esperanza, y en los brazos que izaban
fusiles redentores se inauguraba el símbolo de un brazalete
rojinegro.
Santiago se levantaba en armas para apoyar un desembarco de
promesas. Santiago se anticipaba al heroísmo que escalaría la
Sierra para bajar de ella un primero de enero con la injusticia y la
opresión descabezadas.
Parecía que ya nada podría causar asombro en Santiago de Cuba,
pero hace sesenta y dos años esa heroica ciudad despertó
sobresaltada y teniendo la certeza de que a partir de entonces
nuestra historia patria vestiría de verdeolivo para siempre.
nyr
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