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Concierto de quienes custodian y aman a La Habana en sus 503 años

 


Texto y fotos: Ricardo R. Gómez Rodríguez

El cañonazo de las nueve de la noche sorprendió a pocos de quienes esperaban en la explanada de El Templete de la antiquísima Plaza de Armas, en el centro histórico de La Habana.

Justo a esa hora de este martes inició el concierto por el aniversario 503 de la villa de San Cristóbal de La Habana, al que asistieron Luis Antonio Torres Iríbar, primer secretario del Partido Comunista de Cuba en la capital, y el Gobernador, Reinaldo García Zapata.


En un bello escenario arquitectónico que aprovechó el fondo de paredes y ventanales vetustos, la jornada estuvo auspiciada por la Oficina del Historiador y el Ministerio de Cultura, y apoyada por varias organizaciones, instituciones y organismos.

Muy cerca de la ceiba que marca el lugar donde ocurrió la primera misa hace poco más de cinco siglos, la Orquesta del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), que acompañó a casi todos los participantes, abrió el espectáculo con Preludio, de la zarzuela Cecilia Valdés, del maestro Gonzalo Roig; y la conocida Salida de Cecilia, a cargo de la solista Milagros de los Ángeles Soto, quien también interpretó más adelante Romanza de María la O, acompañada por el Ballet, Coro y Orquesta del ICRT.

Se sumaron Laritza Pulido y el Ballet del Teatro América con el tema El heladero, de Rodrigo Prats, y Al ingenio de mi papá, de Ignacio Cervantes.

Escuchamos Siempre en mi corazón, de Ernesto Lecuona, interpretado por Alwin Damián; y la Salida de Amalia, de la zarzuela Amalia Batista, también de Rodrigo Prats, a cargo de Dayri Llanes; la que tuvo a su cargo, además, Hoy mi Habana, de José Antonio Quesada.

Los invitados de las villas fundacionales de la Isla, organismos, instituciones, vecinos, población y  cuerpo diplomático disfrutaron de las conocidas obras de Ernesto Lecuona La Comparsa y Malagueña; ambas en la voz de Marcos Madrigal; mientras Geidy Chapman deleitó a los presentes con Canto Siboney, de Lecuona, y Lo material, de Juan Formell.

Ariagna Reyes interpretó Quirino con su tres, de Emilio Grenet; y varias de estas mismas voces se unieron en Damisela encantadora, de Lecuona.


Hay una canción que casi nunca puede faltar en estos espectáculos festivos de la capital; y fue la coreada Sábanas blancas, de Gerardo Alfonso.

Con excelente trabajo de luces, vestuario y sonido, cerraron con broche de oro Marcha Habana, de Gonzalo Roig, por varios artistas; y Cabildo, de Lecuona, con todos los solistas; y la Compañía de Danzas Tradicionales de Cuba JJ.

Impecable el trabajo del coro y orquestas del ICRT, en una producción general de Jorge Luis Frías y jefatura de escena de Odalys Fernández.

Mientras la luna enseñaba la mitad de su rostro en una noche fresca, por varios puntos del malecón surgían las voces de otras agrupaciones y creadores.

Cuando a las 12 de la noche, desde el otro lado del mar, en La Punta, el cielo se iluminó con fuegos artificiales. Manolito Simonet y su trabuco se alistaban para hacer bailar a los presentes en La Piragua.

Los hijos de La Habana quizás durmieron un poco menos, y el esfuerzo de varias mujeres y hombres motiva a emprender nuevas jornadas en una villa de 503 años que espera lo mejor de quienes la custodian y aman.


amss
 

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