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Claroscuros de La Haban




Texto y fotos Angeles Muik

Un 16 de noviembre de 1519 fue fundada la villa de San Cristóbal de La Habana.
La capital de Cuba es la ciudad más poblada de la mayor de Las Antillas y de todo el Caribe insular, con una población superior a los dos millones de habitantes.

Y fue nombrada San Cristóbal de La Habana, en alusión al santo patrono de la ciudad.
Una de las primeras joyas del patrimonio de La Habana Vieja es El Templete, una construcción de estilo griego situada en la Plaza de Armas.

Allí se realizó la primera misa y el primer cabildo. Allí nació La Habana, al amparo de una majestuosa ceiba que crecía en su jardín.

La ceiba es un árbol mítico no sólo para los cubanos, sino que también es venerado por diversos pueblos prehispánicos de América.
Imponente, hermoso, útil, de amplia fronda y grandes dimensiones.

Aunque la celebración tiene un origen católico, los practicantes de las religiones afrocubanas se suman a la tradición, pues este árbol se considera el hogar sagrado de las deidades del panteón Yoruba.

Por eso, año tras año, muchas personas acuden a darle tres vueltas a la ceiba de El Templete, y a pedir tres deseos a San Cristóbal (Aggallú Solá, en la religión yoruba), para atraer la prosperidad.

Este ritual es una de las más arraigadas tradiciones habaneras marcada por el sincretismo religioso entre las culturas españolas y africanas.

La Habana, Real y Maravillosa. Ecléptica en su arquitectura y en sus gentes. La del Capitolio y el Prado. La Habana con sus rejas, sus balcones, columnas, arcos y empedrados.

La de las noches alegres y los claroscuros en sus plazas y callejuelas.
La Habana mía y de todos los cubanos.


Soy habanera de pura cepa. Nacida en la calle Concordia del barrio de Cayo Hueso.
Llevo en mi piel el aroma del Parque Trillo, la Iglesia del Carmen, Radio Progreso, el café Las Vegas y el susurro del feeling en el Callejón de Hammel.

nyr

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