Foto: Portada del libro Los silencios quebrados de San Lorenzo. Cortesía del autor. |
Los ecos de este título -tan sugestivo como retador- se mantienen latentes a medida que leemos el libro escrito por Rafael Acosta de Arriba hace un cuarto de siglo, contando con tres cuidadosas ediciones hasta el presente (Editorial José Martí, 1999; Editorial Boloña, 2008; y Casa Editora Abril, 2018), mientras el tiempo transcurrido no ha hecho más que confirmar lo expresado en su prólogo por el Dr. Eusebio Leal:
“Esta obra es como una lámpara encendida de aquellas que se colocaban en el paraninfo de
los templos en la antigüedad clásica. Es, y por qué no, un candil como aquel
que llevaban los campesinos en la noche cuando se dirigían, cautelosamente, al
bohío donde esperaba un futuro mejor al presidente viejo. A esa peregrinación
de la lealtad y de la fe nos sumamos con la íntima convicción de que esta
tierra nuestra, la Cuba real, vive y
palpita porque existieron hombres como Carlos Manuel de Céspedes y porque hay jóvenes
que, como el autor de este libro, han sabido seguir sus huellas.”
Doscientas 80 páginas de historia viva, llena de gratas sorpresas por el contenido y la
forma que distinguen sus 15 capítulos: El señorío de la imagen; Una escritura íntima y
fundacional; Céspedes,
hombre de letras; La
biografía, búsqueda del ausente; El hidalgo liberal; La Revolución de 1868 y el
desarrollo de las ideas en Cuba; El fuego del señorío
revolucionario; Retorno a una vieja
polémica historiográfica; Dos temas cespedianos; Los
silencios quebrados de San Lorenzo; Carlos Manuel de Céspedes,
encrucijada de símbolos; Entre el hombre, su imagen
y la Historia; Un Céspedes nuestro en las
páginas de una novela; Las claves están en San
Lorenzo; y Carlos
Manuel de Céspedes, una mirada en vísperas de su bicentenario.
Este nuevo octubre, cuando fuerzas naturales, humanas y virtuales
entrelazan cada vez más desafiantes órbitas a escala nacional y planetaria, la
feliz inmersión “5D” con realidad aumentada que he tenido en Los silencios quebrados de San Lorenzo
no se debe a medios tecnológicos novedosos ni efectos digitales de última
generación; sino sencillamente a encontrar una expresión genuina de la sabia
poesía que nutre nuestra sociedad, historia, política, cultura, ciencia… en
fin, la patria cubana.
Al invitarles, desde Cubarte, al entrañable diálogo intelectual que implica
su lectura, con valiosos aportes investigativos en letra y espíritu reconocidos
expresamente por Jorge Ibarra, Annette Jiménez y Eusebio Leal, entre otros
nombres, sólo añadiré -como motivación mayor- estas palabras del propio autor,
discípulo de Fernando Ortiz, Doctor en Ciencias Históricas, miembro de la
Sociedad Económica de Amigos del País, y actual director de la Revista de la
Biblioteca Nacional de Cuba:
“No se trata de la simple, aunque obligada recordación, al primero que nos
echó a andar, según frase elocuente de José Martí. Su papel enorme en la
configuración del ideal civilista y la cuestión republicana, su cardinal
posición a favor del respeto irrestricto a la Ley, su comprensión cabal de que
la soberanía y el desarrollo de la nación fueron y son de la pertinencia y
responsabilidad exclusivas de los cubanos, sin intromisiones foráneas de
ninguna índole, son líneas de conducta nacionales que permanecen vivas y hacia
el futuro del país. La República de Cuba fue su creación mayor, aun cuando la
que él presidió, la itinerante y mambisa República en Armas, era solo el
embrión de la que se constituyó posteriormente.”
Aurelio
Francos
amss/Tomado
de Cubarte
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