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¿Qué hacía mi abuela Mama cuando venía un ciclón?

 

Texto y fotos: Ricardo R. Gómez Rodríguez

Antes todos eran ciclones. No había tormentas tropicales, vaguadas, huracanes… Todos eran ciclones, y el único medio para informarnos: la radio.

Cuando se anunciaban, mi abuela Mama iba al patio, le arrancaba el pescuezo a par de gallinas; preparaba sopa para tres o cuatro días; hacía suficiente arroz, buñuelos; arrancaba los racimos de plátanos hechos; recogía el café maduro; aseguraba la cerca de la cochiquera; y reunía a toda la familia en su casa, que era la mejor.

La radio de mi abuela era un equipo largo, blanco y negro, que no llevaba pilas; pero alrededor de él nos reuníamos, comiendo, tomando chocolate y conversando durante varias jornadas.

Si les soy sincero, extraño los ciclones de antes. Era el único motivo por el cual dejábamos de ir a la escuela, estábamos siempre unidos y comíamos mejor que nunca.

Ahora bien; para los ciclones, había que preparase todo el año. Las reservas de mi abuela estaban en el patio o en la pequeña finca de su casa. No había que hacer colas tremendas para el pan, como la que vi hoy en Línea y 12, en el Vedado.

El techo, de teja, siempre resistió; pero ella mandaba a repararlo cada fin de año.

Hablo mucho de la abuela. Es mi referente. Cuando mi vieja y mi tía eran muy niñas, se quedó sola. Fue machetera, agricultura, despalilladora de tabaco; pero dejó la mejor herencia a la familia: una casona, hoy casi destruida; un patio enorme en el medio del pueblo al que los vecinos cada mes le roban un pedazo; y el ejemplo de que la mejor manera de resistir y salir adelante son el empeño diario, la entrega, el sacrificio y la voluntad.

Alguien me dijo que este lunes abrirían las tiendas con surtidos que estaban en almacenes, que recogerían y venderían viandas y hortalizas a punto de cosecha; desde el sábado las máximas autoridades de La Habana y el país llaman a salvaguardar vidas humanas y asegurar recursos económicos.

Este reportero constató que al mediodía de este lunes las principales tiendas del Vedado estaban cerradas o trataban de hacerlo, que los mercados agropecuarios estaban clausurados. ¡Claro, es lunes y hay que seguir las reglas habituales, pese al huracán!...

Además, mi panera, sin previo aviso (sitio para la venta de pan), ubicada en 23, entre H e I, estaba cerrada a las 17:00 (hora local); algo sobre lo cual llamaron la atención las máximas autoridades de la capital en un momento como este.

Hay lugares donde pulula la basura, como las calles Benjumeda y Franco, en Centro Habana; o el parque Asunción, entre las calles Teresa Blaco y Dren.

Así NO le ganamos la pelea a los huracanes.

Hoy escuché una vez más decir a Luis Antonio Torres Iríbar, presidente del Consejo de Defensa Provincial de La Habana, que en prever está el arte de salvar. Me recordó cómo pensaba mi abuela.

amss

 

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