La fotografía tiene la posibilidad de eternizar la existencia en un instante. Ella resguarda el pasado en el presente, a través de imágenes que tienen el impulso de la veracidad, documentando las perennes interrogantes que inducen al hombre a concebir y hacer palpables las quimeras.
Palabras… imagen y posibilidad, la muestra que ofrece la cálida galería del Boulevard sureño, acaso devela la energía que subyace en estas escenas del itinerario político-cultural del líder histórico de la Revolución cubana, desde los momentos precursores, hasta los días cercanos en que aún Fidel generaba el ineludible diálogo entre las gubernaturas y sus intelectuales (1959-2009).
El sentido primero de esta revisitación artística (no dudemos que detrás de estas capturas predomina una sensibilidad, al tiempo que atinada técnica compositiva en pos de la esencia de una época y psicología colectiva) es probar la conexión de una de las personalidades más seductoras del siglo XX con el arte y sus cultores, sin exclusiones genéricas ni filosóficas, pues para el mandatario eran tan esenciales los progresos del ballet que los ascensos del Conjunto Folclórico Nacional.
De modo que, las fotografías nos descubren sus simpatías por la obra de Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba; el interés por la creación de una industria cinematográfica cubana que preservase nuestra identidad, abierta al cosmos de una humanidad con desvelos sociales (Claramente, dedicaba tiempo para recibir a personalidades como el guionista del neorrealismo italiano, Césare Zavattini, el popular actor galo Gerard Philipe, para apoyar a la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, reconocer la obra de cineastas latinoamericanos, como el argentino Fernando Birri, y consumar conversaciones con artistas progresistas del continente, al modo de los actores norteamericanos Harry Belafonte o Danny Glover, por citar algunos momentos), su convicción de que el proyecto cubano no podía engrandecerse sin las voluntades de la intelectualidad de vanguardia (especialmente la Unión Nacional de Escritores y Artista de Cuba, en tanto asidero de los creadores mejor plantados), lo cual trasluce su frecuente presencia en eventos y homenajes de los miembros de la Nueva Trova, exposiciones de las artes visuales, los premios Casa de las Américas, los congresos de la UNEAC, etc.
El cuerpo de la exposición (70 instantáneas) es notorio por la vitalidad de fotógrafos como Alberto Korda, Osvaldo Salas y Humberto Mayol, quienes aportan la diversidad de estilos expresivos en su esfuerzo por dejar una memoria para las generaciones venideras, conscientes de que la historia del arte fotográfico está ligado al decurso de la nación.
Justo en este reservorio se halla la condición testimonial y documental de estos relatos tan singulares, en los que converge el frecuente uso del blanco y negro, la experticia en los rigores compositivos y la fuerza psicológica de sus objetivos, tal cual pudiéramos subrayar en la foto que recoge la visita de Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir a Cuba en 1960, la época en que se estrena La ramera respetuosa, o en aquella donde se revela la complicidad entre Ernest Hemingway y Fidel tomada por Salas en 1961. Asimismo, los públicos podrán admirar una serie de imágenes tomadas por Alex Castro, en la que predomina la mirada indagadora y personal.
Palabras… imagen y posibilidad es una valiosa oportunidad para conectarnos con la historia de Cuba, en especial con el artífice de Palabras a los Intelectuales. La selección, enviada por el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, se inserta en los tributos habituales del mes de julio y constata cómo la fotografía tiene el eterno poder de la evocación.
nyr/Tomado del Portal Provincial de Cienfuegos
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