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Memorias de un moncadista

No hay mejores historias que las contadas por sus propios protagonistas; y las historias narradas por combatientes del Moncada no son la excepción. El testimonio de Ernesto González Campos, a sus 91 años, y con su particular modo de contarlo, hace que en escasos minutos pueda transportarnos en ese viaje en el tiempo y revivir aquellos acontecimientos del 26 de julio de 1953.

Ernesto González Campos. Foto: Ariel Sampedro

Este héroe de mediana estatura y mirada firme, más conocido por todos como “Palillo” en el reparto el Globo de Calabazar, municipio habanero Boyeros, nos comentó:

“Aquí fue casi toda mi niñez, nací en plena dictadura machadista, el 24 de marzo de 1931, dos años antes de que cayera Machado, en el seno de una familia pobre, humilde. Me formé al lado de mi tío, fundador del Partido Comunista en Calabazar, creciendo con la idea del socialismo, porque en mi casa todos eran comunistas.

“Conocí a un compañero mío, con el que prácticamente me crie, que me dijo una vez: Vamos hasta Santiago de las Vegas para oír a Fidel, que va hablar allí. Oímos a Fidel, nos gustó como habló, la forma en que enfocaba la situación del país… Fidel venía mucho a Calabazar, sobre todo a aquí mismo en el Globo, a casa de la Gallega Josefa a conversar con los campesinos, antes del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952. Entonces fui conociéndolo y empecé a andar con él pa´ arriba y pa´ abajo.

“Cuando se produce el golpe de Estado, Fidel nos reúne a un grupo de compañeros y formamos una célula revolucionaria; nos explica que había que luchar contra la dictadura de Fulgencio Batista. Ya sabíamos quién era Batista, y yo lo conocía bien; quería ser médico y no pude, porque no había chance para ningún muchacho joven de poder estudiar sin recursos.

“A partir de ese momento empezamos a participar en diferentes actividades, y a prepararnos para la lucha armada. En la propia Universidad de La Habana empezamos a conocer las armas, andar con ellas y tenerlas en las manos. Allí aprendí a utilizar la pistola muy bien, inclusive, formé parte también como instructor de algunos otros compañeros de la célula. Así, fuimos compenetrándonos y preparando todas las condiciones, hasta que llegó el día de la partida.

“Me vinieron a avisar a la casa que teníamos que estar en el barrio La Esperanza a la una de la tarde. Me fui con Fidel hasta 25 y O y allá me ponen en una célula que no era la nuestra, con otros compañeros, y con ellos me fui pa´ Santiago de Cuba.

“Llegó la hora, como a las tres de la mañana comenzaron los preparativos para la acción; empezaron a repartir las armas, los uniformes y todo una serie de cuestiones se fueron alistando. Fidel nos explicó cómo iba ser la lucha, que sería desigual, pero había la necesidad de acabar con la opresión de la tiranía, y en ese momento fue repartiendo los grupos. Un grupo que tomaría el hospital Saturnino Lora, otro grupo tomaría el Palacio de Justicia, y a nosotros nos tocó el grupo, con Fidel al frente, que atacaría la fortaleza.

“Salimos, las armas que llevábamos no eran suficientes para pelear contra un ejército bien armado, bien preparado, que nos superaba en número y en su terreno. La cosa no era fácil, era una pelea de León pa´ mono y el mono amarrado. Logramos entrar al cuartel, se tomó la posta,…se formó el alboroto, hasta que Fidel manda a la retirada, cada quien hizo todo lo que pudo.

Visiblemente emocionado, el mensaje de Ernesto a las nuevas generaciones fue infalible:

“A la juventud que piensen bien quienes fueron los que murieron, que son jóvenes como ellos, que no quisieron la opresión en nuestro país, y que hoy tampoco podemos pensar en que nadie venga a gobernarnos…, esta es nuestra Patria, esta la defendemos hasta la última gota de sangre. Nosotros tenemos una experiencia muy grande que se llamó Fidel Castro. Nos enseñó cómo hacer las cosas para triunfar, para llevar adelante esta Revolución. Gracias a él estamos hoy aquí, nos dio la luz que iluminó el camino a seguir,
y es el mismo camino a continuar”.

Al despedirnos recuerda una anécdota de aquel día memorable que lo marcó. Fueron las palabras de Fidel cuando les dijo:

“Hoy vamos a hacer como hizo Céspedes en el 68, vamos a seguir la historia de Céspedes, vamos a seguir la lucha como Céspedes. ¡Así lo hicimos!”.

lgl/Tribuna de La Habana

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