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Cuba baila con la fuerza de África (+Video y Fotos)

 

Foto: Sueño cimarrón II, de Alberto Lescay


¿Cómo explicar a un grupo de estadounidenses curiosos por Cuba, que mientras “afroamericano” es un sustantivo para hablar de las personas negras nacidas en ese país, “afrocubano” es un adjetivo presente en cada aspecto de nuestra identidad nacional?

Ese quizá fue el reto mayor del encuentro sostenido este martes entre intelectuales cubanos y la delegación proveniente de Estados Unidos liderada por el artista Andy Shallal; mientras que la poetisa Nancy Morejón; Zuleica Romay, directora del Programa de Afroamérica de Casa de las Américas; y el poeta y ensayista David López, encabezaron el diálogo desde la luz antillana.

En un amplio bosquejo, dibujado a seis manos, cubrieron momentos como la esclavitud; la trata; los negros que compraban su libertad, los que escapaban, los que fueron liberados cuando abolieron la esclavitud, y los que muchos años después seguían cargando con grilletes, aunque la sociedad los llamase “libres”.

Zuleica Romay contó la historia de su bisabuela, quien nació en un barracón cuando, supuestamente, ya no existían esclavos; y luego, durante sus últimos años de vida, a veces se asustaba de la nada y gritaba que la querían golpear con el látigo.

En el intercambio se recordó que durante el siglo XIX y los primeros años del XX las familias negras cubanas, que ya eran libres, se dedicaban a las labores domésticas y a los trabajos de fuerza. De ahí que, aun después de que la colonia terminase y dejasen de ser la mano de obra encadenada de los campos cubanos, los negros constituían un eslabón clave en la vida y en la economía del país.

Andy Shallal preguntó por qué los descendientes de africanos que viven en Cuba no se llaman a sí mismos “afrocubanos”, como sucede en otras naciones del continente.

No se trata en lo más mínimo de un desprecio a África; sino que es el resultado de un proceso cultural que se ha llevado a cabo en este territorio durante siglos, aclaró David López.

La música, los bailes, la cocina y la religión africanos cambiaron lo que llegaba de Europa a la Isla. No es que los negros adoptaran las costumbres de los españoles ni viceversa, comentó Romay, sino que ambos se fueron combinando hasta crear nuestra identidad.

“Al principio, cuando los nacidos en Cuba se comenzaron a reconocer como criollos, este término solo se usaba para los descendientes de padres blancos; los hijos de los negros eran afrocubanos. Pero fue tanto el mestizaje de colores y culturas, que pronto pasó a ser un calificativo para lo que tuviera alguna influencia africana. Ellos no eran afrocubanos, eran cubanos y negros”, continuó Romay.

“Hoy tú oyes sonar un tambor, un buen tambor cubano; y cuando salimos a bailar no se sabe quién es blanco ni quién es negro; todos bailamos con la fuerza de África”; expresó Nancy Morejón, quien puso fin al encuentro con la lectura de versos de su libro Madrigal para un príncipe negro, cuaderno que contiene 12 poemas dedicados a George Floyd, recalcando una vez más los nexos sentimentales que unen a los pueblos de Cuba y Estados Unidos.

 

 

amss/Tomado de Granma

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