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Claudia y Roque, lazos de amor por Cuba

Foto: Ricardo R. Gómez Rodríguez

Por Ricardo R. Gómez Rodríguez

Un niño de siete años es el más joven integrante de la XXXII edición de Pastores por la Paz. Sus padres promueven la solidaridad, paz y cariño del pueblo norteamericano por Cuba

Roque Venegas solo tiene siete años, mestizo, cabello abundante y acaracolado, rasgos finos. Su edad y tamaño contrastan con los de los restantes integrantes de la XXXII Caravana de la Amistad de Pastores por la Paz, que visitan Cuba invitados al Acto central nacional por el 26 de Julio, en la provincia Cienfuegos.

Roque es inquieto, aunque parece algo agotado luego de un viaje azaroso por roturas del avión que lo trajo desde Estados Unidos; y el agitado programa cumplido en La Habana y otros territorios, que incluye encuentros, visitas a centros científicos, sociales y museos.

Comencé hablando con el niño, que causó impresión por su diminuto tamaño al llegar a la Isla, pero se le hace difícil conversar en español. La comunicación más fluida fue con Claudia de la Cruz, la mamá; una bella mulata de ojos inquisidores, pero tiernos, y cabello afro, voluminoso, rebelde, como su carácter.

Los padres de Claudia son dominicanos. Ella nació y se crió en Estados Unidos. Vive en Nueva York.

A ambos les causó impresión el recorrido por el Museo de la Denuncia, en la capital cubana; porque pudieron ratificar la inmensa lista de injusticias cometidas por el país norteamericano contra la Revolución, que incluyen sabotajes, agresiones, asesinatos, introducción de virus, enfermedades, duro bloqueo…

Les fue interesante también compartir con científicos que crearon vacunas contra la Covid-19 y saber qué hubo que hacer en la elaboración de ventiladores pulmonares nacionales para salvar a los enfermos, al impedirse la entrada de esos equipos desde otras naciones por las medidas extraterritoriales aplicadas desde el poderoso vecino del norte.

Foto: Tomada del perfil de Facebook de Claudia de la Cruz


Hace pocas jornadas conocieron interioridades del Proyecto del Código de las Familias, discutido en el Parlamento recientemente; y lo consideran progresista, humano, inclusivo.

Claudia tiene 42 años y desde los 17 está viajando a la Isla con las consecutivas caravanas de Pastores por la Paz. Dice que trajo a su hijo para inspirarle el compromiso que tiene ella y su esposo con Cuba; vínculo que va mucho más allá de las teorías, porque está cimentado en lazos reales de amor.

Ella comenta que conoce bien la realidad, al provenir su familia del Caribe y existir coincidencias históricas entre República Dominicana y la Mayor de Las Antillas. 
Cuando acá luchaban contra la dictadura de Batista, ellos lo hacían contra Trujillo.

Se refirió a las relaciones y apoyo entre los pueblos; por lo que ella trata de pasar esos valores, ese amor y comprensión de la verdadera solidaridad, a Roque y a las nuevas generaciones.

Claudia de la Cruz es educadora, segura al hablar, de ademanes suaves. Labora en un centro social. Nació y se crio en el Bronx, Nueva York. “Allí hablan de Cuba, pero tienen una información tergiversada por los medios de comunicación y un sistema de educación que crea enemigos cuando realmente no lo son”, afirma.

Acota que el tema socialismo en los Estados Unidos se ha distorsionado mucho, es un sistema que la gente no conoce bien y el mismo Gobierno se encarga de satanizar a cualquier persona que promueva esa ideología y también a las naciones o proyectos que lo compartan.

Sin embargo, afirma que sus conciudadanos saben que tienen un enemigo común, y es la administración norteamericana; que de la misma manera que trata de “poner su bota en la nuca” del pueblo cubano, lo hace con sus conciudadanos de menos recursos, asegura.

Casi sin tomar are explica: “Yo vengo de uno de los distritos más pobres de los Estados Unidos, que es el sur del Bronx; donde no tenemos acceso a la salud ni a las medicinas, como tampoco a una educación que despierte los sentidos a los jóvenes, o sea, que tenemos muchas diferencias y escasez en uno de los países más ricos del mundo”.

La joven se despide con un abrazo y sale en busca del inquieto Roque; quien se sentó en primera fila de un encuentro entre enormes árboles, mezclado con gente de distintas razas y procedencias, quienes cargan en sus hombros cada año desde Norteamérica, medicinas, equipos y útiles escolares que entregan con el cariño que solo dan los amigos.

En primera fila, al centro de los Caravanistas, Roque Venegas, el más joven de ellos. Foto: Ricardo R. Gómez Rodríguez

amss
 

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