Céspedes concibió junto a los bailarines de DCC una pieza vistosa para todo el cuerpo de baile; un entramado complejo, que apuesta por los unísonos y el canon, y se integra a un espectáculo múltiple en el que música, proyección visual y movimiento confluyen armoniosamente, añadió la nota.
Carmina Burana ha sido ampliamente reconocida por la crítica y el público dentro y fuera de la isla, particularmente en México, donde recibió dos veces el Premio Luna y resulta una propuesta habitual en el Auditorio Nacional de ese país, detalló.
La coreografía se realizó sobre una de las más célebres composiciones sinfónicas de todos los tiempos: la cantata homónima del compositor Carl Orff, que abarca una colección de cantos goliardos de los siglos XII y XIII, reunidos en un manuscrito encontrado en Alemania en el siglo XIX.
En estos poemas se resaltan el placer de vivir y el interés por los goces terrenales: el amor carnal y el disfrute de la naturaleza; y en su momento, constituyeron una crítica satírica a los estamentos sociales y eclesiásticos. DCC actualiza esos presupuestos, sin traicionar las esencias.
Con esta nueva temporada, la compañía rendirá tributo a sus fundadores y a todos los que integraron sus filas.
Fundada por el maestro Ramiro Guerra, DCC a sus 65 años continúa defendiendo las raíces de la danza clásica y la cultura afrocubana, una fusión que le permitió crear un estilo auténtico y la convirtió en “la madre nutricia de las compañías de danza cubanas”.
Tomado de Prensa Latina
YVL
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