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Los economistas de Cuba comprometidos con el ejemplo del Che

 El Día del Economista es importante repasar algunos aspectos de las ideas medulares del Che sobre la Economía Política del Socialismo y muy especialmente cuando para algunos la solución a los problemas actuales está en liberar totalmente el mercado y reducir el papel del Estado en la economía

Foto: Dunia Álvarez Palacios

En el Congreso Constituyente de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), en 1979, se instituyó el 26 de noviembre como Día del Economista, en homenaje al nombramiento de Ernesto Che Guevara en esa fecha de 1959 como Primer Presidente del Banco Nacional de Cuba y con el compromiso de seguir su ejemplo.

Muchas veces cuando se habla de El Guerrillero Heroico se limita la trascendencia de su acción y ejemplo a sus luchas de liberación en Cuba, el Congo y Bolivia, sin recordar que uno de los aportes esenciales del Che a la Revolución Cubana fue su pensamiento económico, su obra y concepciones sobre la construcción del socialismo, coincidentes con los conceptos esenciales del Comandante en Jefe Fidel Castro en ese campo.

En vísperas del Día del Economista es importante repasar algunos aspectos de las ideas medulares del Che sobre la Economía Política del Socialismo y muy especialmente cuando para algunos la solución a los problemas actuales está en liberar totalmente el mercado y reducir el papel del Estado en la economía.

El Che Guevara defendió que la construcción socialista no puede descansar en el funcionamiento espontáneo de mecanismos económicos, sino que se requiere de control, supervisión y una contrapartida en el orden ideológico y político, capaz de orientar y dirigir la actuación humana en todos los órdenes, incluyendo los aspectos de índole éticos y morales.

El que estas líneas escribe fue testigo presencial de un encuentro informal, en 1964, del Che con los estudiantes de economía de la Universidad de Oriente, para el cual pidió le esperasen hasta la una de la madrugada por estar en otras actividades en Santiago de Cuba.

Allí planteó el necesario rescate del papel de la contabilidad, del control, y anticipó los graves riesgos que él veía para la entonces Unión Soviética y el Campo Socialista por descuidar el trabajo ideológico y los mecanismos que deben garantizar la eficiencia del socialismo en beneficio de las grandes mayorías de la población.

Desde el triunfo mismo de la Revolución en enero de 1959, el Che asumió un conjunto de responsabilidades en la esfera de la economía, en la dirección del Departamento de Industrialización del INRA, la Presidencia del Banco Nacional de Cuba y finalmente como ministro de Industrias, a partir de 1961.

En todos esos cargos desarrolló una intensa labor, y demostró con su ejemplo la importancia de estudiar aún en medio de las responsabilidades más complejas, tal y como también haría Fidel a lo largo de toda su existencia.

Así, se enfrascó en el estudio de El capital con Anastasio Mansilla, profesor hispano-soviético considerado una autoridad en la obra de Marx; estudió matemáticas aplicadas a la economía con Salvador Vilaseca, destacado profesor universitario cubano y se dedicó a investigar lo que todavía eran entonces ciencias casi desconocidas en Cuba como la programación lineal y el desarrollo incipiente de la computación.

Todo este proceso de gestación de las ideas del Che se forma junto a múltiples polémicas en el campo socialista.

Asume el Che en sus análisis teóricos los retos de un país como Cuba que inicia la transición al socialismo desde el subdesarrollo, algo no previsto por Marx y Engels en sus obras, unido a las continuas agresiones de Estados Unidos a la Revolución desde el propio 1959. Presentándose así una contradicción teórico-práctica entre la aspiración de lograr los necesarios saltos del crecimiento productivo material y los también necesarios cambios en la conciencia social para la formación de una nueva sociedad basada en nuevos valores, sustitutivos de los generalizados por la sociedad capitalista, capaces de asumir al socialismo en su doble dimensión económica y ética.

Para el Comandante Che Guevara el socialismo no es sólo un fenómeno de producción, sino un hecho de conciencia, la formación de un hombre nuevo constituía dentro de sus ideas un objetivo esencial que habría que asumir desde el mismo momento en que iniciáramos la construcción socialista.

Y precisaba: «La nueva sociedad tiene que competir muy duramente con el pasado. Esto se hace sentir no sólo en la conciencia individual en la que pesan los residuos de una educación sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también por el carácter mismo de este período de transición con persistencia de relaciones mercantiles. La mercancía es la célula económica fundamental de la sociedad capitalista; mientras existan sus efectos, se harán sentir en la organización de la producción y por ende en la conciencia».

Advirtió el Che que «el socialismo no puede ser construido utilizando las armas melladas que nos legara el capitalismo» y que su uso podría llevar a la sociedad a un callejón sin salida. Sus aseveraciones de los años 60 se convirtieron en amargas realidades, cuando aquellos modelos de socialismo se derrumbaron al llegar al callejón sin salida advertido por él.

Señaló que «el trabajo voluntario fundamentalmente es el factor que desarrolla la conciencia de los trabajadores más que ningún otro» y lo calificó como «antídoto a la actitud egoísta e individualista que potencia el sistema capitalista en el hombre, a través del mecanismo de su insaciable sociedad de consumo».

El Che fue el creador del llamado Sistema Presupuestario de Financiamiento, para coadyuvar a la planificación centralizada, a las técnicas de programación y de control estricto, a la introducción de la computación para la dirección, y a la utilización del presupuesto como instrumento de planificación.

Fidel señaló en el XX aniversario de la caída del Che «(…) si conociéramos el pensamiento económico del Che, estaríamos cien veces más alertas, incluso, para conducir el caballo, y cuando el caballo quiera torcer a la derecha o a la izquierda (…) darle un buen jalón de freno al caballo y situarlo en su camino, y cuando el caballo no quiera caminar, darle un buen espuelazo. Creo que un jinete, vale decir un economista, vale decir un cuadro del Partido, vale decir un cuadro administrativo armado de las ideas del Che, sería más capaz de conducir el caballo por el camino correcto».

Y agregaba: «Tengo la más profunda convicción de que si se ignora ese pensamiento difícilmente se pueda llegar muy lejos, difícilmente se pueda llegar al socialismo verdadero, al socialismo verdaderamente revolucionario».

Por/Pedro Rioseco López-Trigo

odh

 

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