Ganó el duodécimo título de la delegación cubana en la cita, Guillermo Varona hizo alarde de potencia en el Centro Atlético Mario Recordón, de Ñuñoa, clavando su jabalina más lejos que el resto de los participantes en la categoría F46. Así se coronó en los VII Juegos Parapanamericanos.
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La fuerza descomunal de su carácter severo se transformó en la estamina que le hizo saltar un peldaño más en su carrera, uno que con 23 centímetros puede parecer pequeño, pero expresa la distancia de un récord parapanamericano. Los 60.23 metros estampados en el césped de un estadio que ha visto a tantísimas marcas ceder su puesto a otras más exigentes sirvió para incrementar a 12 las medallas de oro de la delegación cubana, siete de esas en el atletismo. El nuevo registro revela la superación personal, que importa más a fin de cuentas que cualquier estandarte. Su logro fue celebrado por él y por quienes se jugaron la garganta apoyando desde las gradas. Allí le aplaudió su pareja en la vida, Lisbeth Rodríguez, ganadora de una medalla de bronce en el taekwondo de esta cita. «Estoy muy contento con el título y el récord, pero sinceramente me propuse hacerlo con una mejor marca. Lo más importante era aportar la medalla de oro para Cuba», reconoció luego de coronarse. A su mamá quiso dedicar el triunfo, lo mismo que a su hijo y su esposa, a quienes considera lo más preciado e importante de su vida. Luego trazó la ruta para seguir cosechando éxitos. «Quiero hacer ajustes en mi preparación y concentrarme en seguir mejorando esas marcas, quiero llegar en condiciones de hacerlo a los Juegos Paralímpicos de París 2024 y al próximo mundial», anticipó. Otro fornido consiguió pasear una bandera de Cuba, ya costumbre en el estadio. Se trata de Yorisan Monterrey, medallista de bronce en el lanzamiento del disco de la categoría F64. El pinareño mandó el implemento hasta los 38.23 metros para subir al podio de premiaciones en el certamen.
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