Fidel también se llama Pueblo



Texto; Rosa Pérez López

Desde la dolorosa noche del 25 de noviembre de 2016 su nombre se ha repetido infinitas veces en todos los confines del planeta. Ese nombre entrañable, despojado de apellidos, grados militares y jerarquías políticas con que los cubanos decidimos llamarlo hace mucho tiempo...como solemos hacer con los seres muy cercanos y queridos.

Siempre pronunciar su breve y gigantesco nombre ha sido semejante a denominar de otra manera nuestra historia, pero desde hace siete años decir Fidel ha sido pactar un compromiso de lealtad y permanencia con su obra, su legado, su vehemente entrega a cada uno de esos sueños por los que combatió en cada instante de su vida interminable.

Porque la existencia de Fidel no acabó en un adiós que no hemos dicho nunca, pues mientras haya un patriota en esta tierra en su pecho habrá de reencarnar el invicto guerrero de tantísimas batallas, el infatigable constructor de futuros diferentes, el brillante estadista que elevara la dignidad nacional a la altura de las palmas, el perenne soñador que puso luz hasta en los amaneceres imposibles.

Asistidos de buenas o de malas intenciones, algunos en el mundo se preguntaron cómo sería Cuba después de aquel 25 de noviembre de 2016, y los cubanos bien nacidos siempre hemos tenido la respuesta a flor de labios y de alma: nuestra patria siempre será digna de la inmortal obra y del legado inspirador del Líder Histórico de la Revolución.

Hay once millones de razones para confirmarlo, porque desde hace mucho tiempo Fidel también se llama Pueblo.

nyr

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