Las medidas coercitivas, los chantajes, las leyes y disposiciones que constituyen toda una madeja de enredos legislativos erigidos por el gobierno de Estados Unidos para promover y recrudecer el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba representan prácticas diabólicas que suman ya, más de seis décadas de existencia.

En el contexto de pandemia global de Covid-19 la actitud de Washington fue cruel y despiadada con el pueblo de la Isla. Resultó vergonzosa la negativa de ayuda humanitaria y sin condicionamientos a la Mayor de las Antillas ante el déficit de recursos sanitarios vitales como oxígeno, medicamentos y tecnologías para combatir el letal flagelo. Su propósito fue desacreditar el reconocido Sistema Nacional de Salud de los cubanos el cual considera un derecho de todos los ciudadanos, y sin distinción alguna.

Sin embargo, la nación caribeña demostró la capacidad y preparación científica con altos estándar de conocimientos por parte de sus profesionales de la ciencia, al lograr varios candidatos vacunales y posteriores vacunas para inmunizar a toda su población, a pesar de las restricciones y los obstáculos creados por la Casa Blanca. Y al mismo tiempo los cubanos aportaron médicos y paramédicos de forma solidaria para ayudar a otros pueblos necesitados del planeta.

Los servicios de Salud en la Isla podrían alcanzar mayores niveles de desarrollo si el asedio de EE.UU. fuese erradicado lo cual incluye las prohibiciones que esa infame estrategia impone para adquirir medios diagnósticos, tecnologías avanzadas, piezas de repuesto, y otros recursos que precisan el Programa de Atención Primaria, los hospitales y policlínicos diseminados a lo largo y ancho del territorio. La alternativa en condiciones financieras desventajosas es comprar insumos y medios en lejanos mercados lo cual encarece considerablemente las transacciones comerciales.

De igual manera Cuba se ve limitada de obtener créditos y mejores opciones para la fluidez de los negocios ante el cerco perenne para el uso del dólar, particularmente por el dominio del mercado externo por parte de centros de poder occidentales subordinados a Norteamérica.

A ello se suma la absurda e ignominiosa inclusión en la espuria lista de países patrocinadores del terrorismo, algo tan disparatado, increíble e insostenible para la administración de Joe Biden que tiene el rechazo, (al igual que el bloqueo), de la inmensa mayoría de la comunidad internacional que en diferentes eventos y sesiones de las Naciones Unidas se ha pronunciado contraria a esas prácticas que laceran derechos humanos.

¿Cómo puede justificarse ese criminal asedio por parte de los Estados Unidos de América, cuando de manera sistemática daña la vida de millones de ciudadanos y a una sociedad en su conjunto, al privarla del derecho a una vida armónica y digna sin medidas coercitivas, sanciones y bloqueos?

El pueblo cubano merece vivir en paz, sin hostilidad ni cerco económico alguno. Y esa política de la Casa Blanca en contubernio con minoritarios grupúsculos ultra reaccionarios y muy lucrativos de la mafia cubano-americana radicada esencialmente en Miami se encamina a destruir conquistas sociales que constituyen postulados enarbolados por la ONU, como el derecho de toda población a servicios de Educación, Salud, Cultura, Deportes, Seguridad Social, Empleo y otros que podrían ampliarse y ser cada vez más eficaces, sin bloqueo.

Los cubanos continúan edificando un modelo de desarrollo que prevé ser más justo y solidario que los que antecedieron a la Revolución. Y para ello enfatizan en la producción nacional de bienes y servicios, así como en el incremento de renglones productivos que sustituyan importaciones, incrementen exportaciones y garanticen la sostenibilidad alimentaria, económica, apostando a un mundo mejor, y sin bloqueos.

nyr/Tribuna de La Habana