Cuba honró el legado cultural
de China durante las celebraciones por el aniversario 176 de la llegada a la isla
de los primeros emigrantes chinos. La cultura de ambas naciones se mezcló en una modesta gala
cultural realizada este sábado en la Casa de las Artes y Tradiciones Chinas (CATCh),
en el Barrio Chino de La Habana, a la que acudieron descendientes y chinos naturales
que trabajan en la capital cubana. Danzas tradicionales chinas se unieron a canciones populares
cubanas y a la declamación del poema "Yuan Pei Fu despide a su discípulo",
escrito por el poeta Regino Pedroso, quien se desempeñó como agregado cultural de
la embajada de Cuba en Beijing. La directora de la CATCh, Teresa Li, subrayó el aporte de
China a la abigarrada mezcla que conforma la cultura cubana, una herencia que, dijo,
esa institución se empeña en conservar. "La comunidad china desbordó el proyecto que los aproximó a Cuba, donde
apostaron desde lo chino por enriquecer lo cubano hasta llegar a ser uno de sus
más ricos ingredientes", aseguró por su parte Rayko Vera, quien es especialista
en conservación del patrimonio en la CATCh. Vera destacó a Xinhua los aportes de un grupo cultural cuyas
raíces, "de tan profundas y antiguas, parecen perderse en el tiempo, pero están
aún vigentes" a lo largo y ancho de la isla. "Celebramos entonces, desde la perspectiva patrimonial,
el legado de quienes pasaron de emigrantes asalariados a legítimos cubanos y auténticos
protagonistas de la cultura insular", agregó el experto. Vera pidió rendir tributo a quienes fueron explotados y aprender
de sus luchas y estrategias por defender su identidad en un lejano territorio. El tres de junio de 1847 entró al puerto de La Habana el bergantín
Oquendo, con los primeros 206 culíes traídos desde la actual provincia de Guangdong,
considerada como simiente de la mayor comunidad china en América. En esa época, España comenzó a atraer mano de obra barata
desde Asia, poco tiempo después de que Inglaterra promoviera la contratación de
inmigrantes, como vía para sustituir a los esclavos en las plantaciones azucareras
de los dominios coloniales hispanos. Tras pisar el suelo cubano eran conducidos a la localidad habanera de Regla,
desde donde podían contemplar la ciudad sin salir de los depósitos en los que esperaban
a que algún rico hacendado los comprara, según su potencial físico y habilidades. La mayoría de los culíes fueron incorporados a trabajos agrícolas
en ingenios azucareros, cafetales y vegas de tabaco, mientras que a otros los condujeron
hacia las minas de la zona oriental del país o a los puertos y fábricas de La Habana. A pesar de las duras condiciones, la emigración no se detuvo
y la comunidad fue creciendo hasta llegar a haber en la isla más de 34.000 chinos
en 1874, buena parte de ellos asentados en el Barrio Chino habanero, un área de
unas 40 manzanas en el centro de la ciudad, que fue uno de los más grandes de América. La huella de la diáspora china en la isla es visible en diferentes
áreas de la vida social y cultural del país, incluyendo la práctica de las artes
marciales chinas, el uso de la medicina tradicional china, el arte culinario y la
siembra de hortalizas. China y Cuba establecieron relaciones diplomáticas el 28 de
septiembre de 1960, tras el triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959. Raúl Menchaca amss/Tomado
de Cubasí con información de la agencia Xinhua
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