El escritor Eduardo Heras León
ha muerto en La Habana, su ciudad natal, a los 82 años de una vida intensa,
consagrada a la literatura, la promoción del arte todo, la enseñanza... Un largo rastro de bondad ha dejado el Chino —así lo llamaban sus muchos
amigos y admiradores— en nuestra república de las letras. Pero ha dejado mucho
más: un cuerpo literario que lo ubican entre
los grandes de la segunda mitad del siglo XX cubano, particularmente en un
género algunas veces subestimado, pero de grandes exigencias: el cuento. Heras León se molestaba cuando escuchaba decir que el cuento era un género menor: “¡Imagínate!
Que revisen la obra de Jorge Luis Borges, de Julio Cortázar, de Ernest
Hemingway… Yo creo que es un género muy vilipendiado, pero no tienen razón. Es
uno de los géneros más difíciles… y eso lo saben los escritores”; —comentaba en
una entrevista que concedió a al Portal de Cubasí justo cuando cumplió 80 años. Él decía que la vida le pedía escribir cuentos: “Y le
cogí el gusto. No tuve necesidad de acudir a la novela; a pesar de que tengo
una novela ahí, más de 200 páginas escritas y no me he decidido a terminarla”. Entre todas sus narraciones siempre destacó La noche del capitán. “Creo que es el cuento que tiene más
virtudes... y me trajo grandes problemas. Pero quizás por eso le tomé tanto
cariño. Un hombre como Luis Rogelio Noguera, a quien yo quería tanto, siempre
me dijo que ese era mi mejor trabajo. Tengo que estar de acuerdo con él”. En años difíciles para la cultura cubana, época de
grandes errores en la aplicación de la política cultural, Heras León tuvo que
irse a una fábrica a “purgar” sus “desviaciones” ideológicas por ese cuento…
Pero el escritor aprovechó la experiencia: “A mí me sirvió mucho. Sobre todo
como material para mis obras. Yo siempre digo que soy un escritor vivencial. He
escrito lo que he vivido. Y ese período en la fábrica, que fue una etapa
terrible en mi vida, contribuyó a mi formación. Me hizo un ser humano
diferente. Me hizo conocer hombres maravillosos, gente extraordinaria: los obreros
de este país. En definitiva, ese fue un aprendizaje extraordinario en mi vida”. Varios libros están inspirados en esa etapa: Acero, A fuego limpio... Y algunos cuentos no agrupados en volúmenes. Con
los años, Heras León se convirtió en referente de la cuentística nacional. Pero
no solo escribió ficción. Fue uno de los más respetados críticos de la danza, y
específicamente el ballet en Cuba. “Yo recuerdo un día del año de 1956, cuando fui con mi madre al estadio de
la Universidad y vi a Alicia Alonso bailando La muerte del cisne. Ese día el ballet me ganó para siempre. Me
emocioné enormemente. A partir de esa experiencia empecé a ver ballet. Estuve
un año en la Unión Soviética, haciendo un curso; y ahí vi mucho. Me di gusto.
Yo creo que el ballet es el arte más completo, lo tiene todo: historia, música,
expresión plástica, poesía y danza”. Heras León recibió varios reconocimientos; entre ellos el
Premio Nacional de Literatura de 2014. Fue quizás el galardón mayor a un
ejercicio ininterrumpido, asumido desde la humildad. Pero los aportes del Chino
van más allá de su obra: Su labor en la promoción de la literatura fue
extraordinaria; y se prolonga en sus muchos alumnos, porque él fue profesor de
varios escritores cubanos, animador de importantes iniciativas formadoras.
Entre todas resalta el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. “Ahí han llegado jóvenes que apenas podían pergeñar un
párrafo y se han convertido en grandes escritores. Creo que lo principal es
ponerle emoción, pasión a ese acto de enseñar. Yo, antes que escritor, soy
maestro. Esa es mi vocación primaria. Y lo he demostrado con mi vida. Los
libros que iba a escribir, en su gran mayoría ya los escribí. Lo más importante
que dejo es lo que les aporté a los jóvenes escritores, por los que siempre
aposté. Los jóvenes me han pagado con creces”. amss/Tomado de Cubasí
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