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El gran salto de la Ciencia cubana

 

Como expresara Fidel “el capital humano implica no sólo conocimientos, sino también –y muy esencialmente– conciencia, ética, solidaridad, sentimientos verdaderamente humanos, espíritu de sacrificio, heroísmo, y la capacidad de hacer mucho con muy poco.” 

Esa es la esencia del gran salto de la Ciencia cubana, que este domingo celebró su Día

 

En poco tiempo el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología se convertiría en un gran complejo científico-productivo de primer nivel mundial y de referencia entre los de su tipo. Foto: Pedro Pérez Rivera

Debajo de la bóveda craneana se encuentra el centro rector que guarda los secretos y misterios relacionados con el universo humano. Hace poco más de una década, científicos cubanos
desarrollaron un Atlas que permitía establecer patrones de referencia para determinar, con exactitud, el funcionamiento y la estructura del cerebro. El proyecto, tan revolucionario como el descubrimiento del genoma humano, se denominó Mapeo Cerebral Humano y resultó el primero que combinaba estudios acerca de la anatomía con el empleo de la Resonancia Magnética, en un equipo diseñado y construido en Cuba: el MEDICID.

El objetivo del proyecto era crear un Atlas capaz de aportar los conocimientos imprescindibles acerca de los sustratos neurales, tanto de la función normal como sus alteraciones en las enfermedades neurológicas y psiquiátricas. Además se informaba que, entre otros propósitos más específicos, estaba el determinar las influencias genético-ambientales sobre este órgano y la posibilidad de incorporar y perfeccionar métodos para la pesquisa temprana de desórdenes neurológicos, así como evaluar tratamientos con nuevos fármacos o terapias para las disfunciones cerebrales, incluso patologías neuropsiquiátricas y del desarrollo infantil, que acaparan más del 34 por ciento de los años de vida útil que pierde la humanidad.

Como precedente de este gran salto de la Ciencia cubana, en la 1960, frente a la Campaña de alfabetización, Fidel sentenciaba: “El futuro de nuestra patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento”.

Y aquella frase demostraba el punto de partida en varios frentes de investigación que abarcaba y combinaba todas las ramas de las ciencias con énfasis en las relacionadas con la salud humana, la agricultura y la ganadería, como preámbulo visionario frente a una guerra bacteriológica, a través de la cual –los servicios de inteligencia de los Estados Unidos (CIA) introdujeron enfermedades para afectar cultivos de caña, tabaco, ganado porcino y otras como el dengue hemorrágico (1981) que infestó a 344 203 personas y costó la vida de 158, entre ellas 101 niños.

En 1991, cuando se desplegaba ya la crisis del campo socialista europeo y se planteaba la ingente tarea de defender nuestra soberanía expresó: “La independencia no es una bandera, o un himno, o un escudo. La independencia no es cuestión de símbolos. La independencia depende del desarrollo, la independencia depende de la tecnología, depende de la ciencia en el mundo de hoy”.

Una reflexión que devela el camino de los múltiples centros de investigaciones en los polos científicos de todo el país para salvaguardar las vidas de millones de personas como se logró con los candidatos vacunales de producción nacional contra la COVID-19, un hecho cuyo referente histórico es fruto del pensamiento del Comandante en Jefe.

Este 15 de enero Día de la Ciencia cubana, enumerar logros, avances, perspectivas y nombres de científicos e investigadores resultaría una tarea titánica e interminable porque cada día nuestros científicos, en todos los sectores del conocimiento, logran nuevos descubrimientos, avances y resultados. De ahí, el por qué compartimos aquella anécdota que refiere la visita de Fidel al 4to piso de un hospital capitalino y donde, al compartir en estrecho diálogo, les llamó: “los científicos de la buhardilla”, en referencia a quienes apenas habían acabado de obtener 30 gramos de anticuerpos monoclonales.

Entonces, al preguntar sobre las mayores empresas productoras de esos anticuerpos en el mundo y sus capacidades que eran en ese momento 2000 veces superiores, les retó con una interrogante: “…y ustedes… ¿no piensan competir con esa gente?”.

Aquel desafío contenía un precepto mucho más abarcador del Líder de la Revolución cubana cuando  aseguró, en otro de sus encuentros, “el capital humano implica no sólo conocimientos, sino también –y muy esencialmente– conciencia, ética, solidaridad, sentimientos verdaderamente humanos, espíritu de
sacrificio, heroísmo, y la capacidad de hacer mucho con muy poco.” Esa es la esencia del gran salto de la Ciencia cubana.

odh/Tribuna de La Habana

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