Foto: Obra Verano en La Habana, de Kamyl Bullaudy
Tiene el libro en el corazón del cubano un espacio
bien ganado. Cuba y los libros van de la
mano; y lo hacen desde hace mucho, cuando aquel lector apasionado que rescató
para su pueblo la dignidad, fundó en un tiempo récord, con todo aún por hacer, la imprenta nacional, y le ofreció la posibilidad de ese encuentro sagrado: el de la
conciencia propia con el conocimiento universal.
Ni en los momentos más duros, cuando la pandemia
paralizó al mundo, dejó el libro de ser un aliado. No fueron pocas las iniciativas
puestas en práctica por el Instituto Cubano del Libro (ICL); conducido por su presidente
Juan Rodríguez Cabrera, para que no faltara en el hogar ese objeto maravilla, por
el que el Estado cubano sigue apostando, para beneplácito de todos.
Abril recibió la 30 edición de la Feria Internacional
del Libro, dedicada a México como país invitado de honor; que no solo se celebró
en La Cabaña y en el centro histórico de la ciudad –y en sus subsedes–, sino que
llegó a todas las provincias con una excelente presencia de títulos impresos y digitales,
y a la que asistieron más de dos millones de personas en sus diversos apartados.
Entre las más sólidas experiencias ganadas cuenta
la feliz convivencia del libro impreso y el digital. El ICL sigue apostando por
el libro impreso, cuando es posible; y por el digital, siempre.
En Cuba, asediada
bajo un recrudecido bloqueo económico, el ebook ha ofrecido muchas ventajas.
Se han ampliado las plataformas para que el libro cubano siga llegando al mundo,
rompa los cercos y se den a conocer nuestros autores y, por medio de ellos, nuestras
realidades, recogidas también en nuestra literatura.
Dentro de los planes editoriales, el ICL contempla
junto a la versión impresa, la digital. Y, en otros casos, hay títulos que salen
solo en este último formato. Puede creerse que la crisis del papel es un problema
solo para Cuba, para la cual todo tiene un costo más elevado que para cualquier
otro país; sin embargo, en encuentros sostenidos con el Grupo Iberoamericano de
Editores, se ha podido constatar que el déficit es global y no siempre es posible
producir libros impresos.
Tras la Feria, fue evidente el regreso a los espacios
que a lo largo y ancho del país se dedican a la promoción de autores y obras; basta
con acercarse a la cartelera cultural para apreciar la ininterrumpida presencia
de ellos en las instituciones culturales.
Se ha mantenido el ya antológico espacio
Sábado del libro, el Libro del mes, El autor y su obra, por solo citar algunos; y se han creado otros, tales como Letra digital, coordinado por la editorial Cubaliteraria.
Como una feria permanente podría valorarse la incidencia
del libro en el país durante todo el año.
Al concluir en mayo la internacional,
se celebró hasta junio la Feria del Libro en la Montaña, que llegó hasta 12 provincias
y a la Ciénaga de Zapata. Llegó después el Festival de Verano, también con carácter
nacional, y a esta celebración la siguió el Festival Universitario del Libro y la
Literatura (FULL), en el que autores y estudiantes disfrutaron de provechosos encuentros.
Entre las valoraciones del FULL trascendió sumar al cuerpo de escritores a muchos
de los profesores.
Como una de las acciones que exitosamente han permitido
continuar acercando el libro al lector están las bibliocasas, pensadas en tiempos
de pandemia, y con unas 150 ya establecidas en la capital. En las provincias se
trabaja para que esta modalidad, que tiene entre sus bondades poner el libro en
casas de personas preparadas para asumir la responsabilidad de ofrecerlos en condición
de préstamo, y está controlada por la dirección municipal de Cultura. El inventario
de títulos se renueva con las donaciones que hacen los países invitados de honor
a las ferias y con lo último que va saliendo de la producción editorial.
Otro de los retos en los que se trabaja es en hacer
que el libro digital llegue a la bibliocasa; así como en la orientación al lector
sobre cómo acceder a los libros libres de derecho, que hoy Cubaliteraria y otras
editoriales brindan a la población.
La colección Biblioteca del pueblo, presente
en 11 editoriales, con un diseño que la identifica, será, sin duda, bienvenida.
Cuenta ya con más de 80 títulos que verán la luz poco a poco con lo mejor de la
literatura cubana y universal.
El año 2022 ha sido propicio para que el libro cubano
haya llegado a diversas arenas internacionales. En Buenos Aires, fue La Habana capital
invitada, y tuvo presencia también en La Paz, Venezuela, Guadalajara y Fráncfort.
De gran valor resulta también la reciente inauguración de la librería Tuxpan, un
proyecto soñado para fortalecer los lazos fraternos de México y Cuba, que disfruta
ya de una programación cultural y permite la presencia en el país de excelentes
libros con sello del Fondo de Cultura Económica de México.
Ya se sienten los aires de la XXXI Feria Internacional
del Libro, que tendrá lugar del 9 al 19 de febrero en La Habana y estará dedicada
a Colombia como país invitado de honor. Honrará a figuras prominentes de las letras
cubanas como la destacada bibliógrafa Araceli García Carranza y al escritor Julio
Travieso, Premio Nacional de Literatura.
La oportunidad de celebrar los centenarios de esa
dama de la lírica hispanoamericana que es Fina García Marruz, y del arqueólogo y
científico Antonio Núñez Jiménez, considerado el Padre de la Espeleología cubana,
será un gusto para la Feria, que una vez más, en medio de una batalla difícil pero
indoblegable, llegará a toda la Isla con disponibilidad de unos cuatro millones
200 mil ejemplares, y cuatro mil 200 títulos, en su inmensa mayoría de gran calidad.
La feria será pertinente para negociar derechos
poligráficos y hacerlo también con autores por el bien del libro cubano. Con las
posibilidades con que cuenta el país y el bravo empeño de los profesionales del
libro, 2023 nos seguirá hechizando con buena literatura.
Madeleine Sautié
amss/Tomado
de Granma
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