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Tras el derroche de valor, el homenaje

Foto: Roly Montalván

Y del lado del valor, la entrega, la solidaridad y los riesgos, junto a los bomberos, estuvieron también, en carrera de fondo contra un fuego olímpico, los hombres de Aguas de La Habana. Y les tocó asimismo ver el rostro de la muerte bien de cerca, como les correspondió –de igual manera- una cuota nada despreciable de protagonismo en la victoria.

Agua, espuma; más agua y más espuma… hizo falta para conjurar la amenaza de las llamas, con pretensiones de tragarse la Base de Supertanqueros de Matanzas. Y tanto derroche de valor, coraje –a la hora de guapear e incluso dominar el miedo-, solidaridad, cooperación… dio paso a la honra merecida, que a la vez que premia, enaltece -en una y otra dirección-, y abona el mérito.

Y Aguas de La Habana convocó para el reconocimiento a quienes, de cara a las llamas, dejaron en claro la clase de material humano conque cuenta la entidad.  Las imágenes que nos mostraron a los héroes enfrentados a las llamas, afloraron el llanto, silencioso, disimulado, pero incontenible e incluso, en algunos prolongado.

Antonio Rodríguez Rodríguez, presidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, al resumir la ceremonia, ponderó el papel jugado por quienes dejaron atrás la capital y dijeron adiós a las familias en una despedida incierta, al primer chispazo, y garantizaron el suministro de agua hasta una primera línea que bullía al rojo vivo, y hasta protagonizaron peleas, porque aun lesionados defendían el derecho a permanecer “en el fuego”.

Para Francisco y Cristian Guerra, padre e hijo, tripulantes de un carro cisterna, que partieron juntos y regresaron milagrosamente vivos para ser atendidos en el hospital a consecuencia de quemaduras de tercer grado, cuando su vehículo pereciera, será la primera “pipa” de un donativo que en octubre arribará a la Isla, según adelantó Antonio Rodríguez.

Foto: Roly Montalván

Además de ellos, recibieron el reconocimiento de sus compañeros de Aguas de La Habana, otros 50 trabajadores de la entidad, en lo fundamental de servicios generales: conductores de carros cisternas y ómnibus, almaceneros, y cuadros de dirección; entre estos últimos, figura Leonel Díaz Hernández, director general de la empresa.

También recibieron estímulos los operarios y ayudantes de la Empresa Constructora de la Administración Local #5, el contingente Blas Roca, ECOA #53 y GELMA, que, una vez sofocado el incendio, se sumaron a la tropa de Aguas de La Habana para garantizar el suministro de agua desde la Central Termoeléctrica Ernesto Guevara, de Santa Cruz del Norte, hasta su par Antonio Guiteras, en la Atenas de Cuba, y así asegurar la generación de energía.

Deam Hernández Díaz, de los piperos devenidos apagafuegos, alzó su voz en representación de sus compañeros. Habló, a una voz con el drama y el optimismo, propios del suceso, y la manera del Héroe Nacional cubano, en el Canto de otoño: “¿Qué imagen miro?  ¿Qué llorosa visión rompe la sombra, y blandamente como con luz de estrella la ilumina?

nyr/Tribuna de La Habana

 

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