Foto: Archivo de Granma
Cuando
el 6 de julio de 1982 murió el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, la
Revolución Cubana y la diplomacia internacional perdieron la figura carismática
que defendió la verdad con el estilo incisivo de agitador político y estudiantil que fue desde los años 30', con amplia
cultura y conocimiento del drama de los pueblos.
Al hablar Roa
en cualquier foro internacional se encendían las alarmas de los enemigos de la
verdadera y definitiva independencia de los pueblos, su voz aguda cargada de
verdades demoledoras hacía temblar a los representantes de Estados Unidos y
potencias occidentales europeas, que veían impotentes cómo, uno a uno, ese diplomático atípico desnudaba sus
maniobras.
Han pasado ya 40 años de su partida física, pero
aún se recuerdan sus palabras en San José, Costa Rica, a finales de agosto de
1960, durante una reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) al
estar convencido de que las denuncias de Cuba sobre la inminente agresión de la
CIA nunca encontrarían eco, resonancia ni acogida.
En ese escenario, donde ganó el sobrenombre de Canciller de la Dignidad, Roa se paró
del escaño, pidió la palabra para una cuestión de orden y anunció la retirada
de su delegación: “Me voy con mi pueblo y con mi pueblo se van también los
pueblos de nuestra América”; afirmó y abandonó el salón junto a su delegación
para ser recibido en el exterior por una multitud que coreaba ¡Cuba sí, yanquis
no!
Queda en
la memoria de los cubanos y diplomáticos internacionales su batalla en Naciones
Unidas, donde denunció la invasión mercenaria contra la
Revolución Cubana por las arenas de Playa Girón; armada y financiada por
Estados Unidos y que se convirtió en menos de 72 horas en su primera gran
derrota en América.
“Un clamor unánime estremece hoy
a toda Cuba, resuena en nuestra América y repercute en Asia, África y Europa.
Mi pequeña y heroica Patria está reeditando la clásica pugna entre David y
Goliat. Soldado de esa noble causa, en el frente de batalla de las relaciones
internacionales, permitidme que yo difunda ese clamor en el severo areópago de
las Naciones Unidas. ¡Patria o Muerte!, ¡Venceremos!”; así proclamaba Roa en la
sede de la ONU en Nueva York, ante el ataque mercenario por Playa Girón en
abril de 1961.
Roa fue nombrado al triunfo de la Revolución
cubana, embajador de Cuba ante la OEA;
poco después fue el primer canciller del Gobierno Revolucionario desde el 12 de
junio de 1959 y desempeñó ese cargo hasta 1976; impregnó su estilo combativo a
la diplomacia revolucionaria cubana; le insufló su energía vital, su brillante
y potente intelecto; y, sobre todo, la pasión
revolucionaria en su trabajo creador.
La etapa de Roa como Canciller se desarrolló durante la política mundial de
Guerra Fría, con una situación internacional de equilibrio de poder dada por la
existencia del bloque socialista y, de manera muy particular por el poderío
alcanzado por la entonces Unión Soviética, junto al auge logrado por los
movimientos de liberación nacional que trajo consigo la independencia de muchos
países del Tercer Mundo sometidos hasta entonces al yugo colonial.
Como ministro, Roa estaba pendiente del chofer que no
cobraba por insuficiencias burocráticas, de la trabajadora ingresada en un
hospital, de las medicinas que requería alguien o la nieta de alguien. Su
sentido del humor le granjeaba la simpatía de todos y generó una serie de
fabulaciones y leyendas. A un embajador foráneo que no cuidaba el protocolo en
el vestir, lo recibió en camiseta y le espetó: “La próxima vez que usted venga
en mangas de camisa, lo recibiré en calzoncillos”.
En su papel de ejecutor de la
política exterior de la Revolución Cubana, llevó a todos los confines del mundo
la voz de una Cuba independiente, de un país que había dejado de ser sometido a
las posiciones de Estados Unidos y del mundo desarrollado, para transformar su
anterior actitud plegada a los intereses yanquis en una política de principios.
Roa fue artífice de la integración de Cuba al
Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) desde su fundación. Cuba formaba ya
parte del bloque socialista, su aliado natural; pero su luz larga en materia
política aconsejó nuestra incorporación a dicho movimiento, desde donde
podíamos denunciar la situación de Cuba y apoyar y defender los problemas del
Tercer Mundo con fuerza propia; pues constituía un escenario más donde
contrarrestar el agravamiento de las relaciones internacionales y la amenaza
del imperialismo de recurrir a la fuerza militar para intentar resolver los
conflictos en los países del Tercer Mundo.
Raúl Roa García nació en 1907 y murió en La
Habana el 6 de julio de 1982, a los 75 años; fue un escritor, polemista,
profesor, historiador, político y diplomático cubano. Destacado combatiente en
la República mediatizada y en todas las batallas por la dignidad de Cuba y de
América Latina.
A su fallecimiento el pueblo
cubano le rindió tributo en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, la
misma desde donde tantas veces bajó la escalinata en manifestaciones
estudiantiles contra las dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista, y
que enriqueció con su cátedra y su vida.
Por
amss/Tomado
de Granma
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