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El joven Fidel durante su intervención conocida
como Palabras a los intelectuales. Foto: Archivo de Granma
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Cuando Fidel compareció ante un grupo de creadores de diversas disciplinas el 30 de junio de 1961, con un discurso conocido como Palabras a los intelectuales, fue mucho más allá del despeje de incógnitas, dudas y resquemores que flotaban en el ambiente acerca de cuál y cómo sería la relación entre la vanguardia política que conquistó el poder en enero de 1959 y la vanguardia artística y literaria.
Al sentar pautas para el encauzamiento
de la política cultural de la Revolución, lo hizo con visión de futuro, pero
sin la pretensión de dictar fórmulas inamovibles. Al espectro inclusivo, que
garantizaba todas las expresiones –“la Revolución defiende la libertad, la
Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades, la Revolución
no puede ser por esencia enemiga de las libertades”, dijo Fidel– se añadía una
perspectiva inédita: la democratización
de la vida cultural.
Toda libertad, subrayó Juan Marinello,
implica una gran responsabilidad. Una y otra debe ser compartida por
escritores, artistas y promotores al frente de las instituciones culturales, en
permanente diálogo que deje atrás prácticas verticalistas y voluntarismos.
En los últimos dos años han aflorado
experiencias alentadoras en la fluidez comunicativa entre creadores e
instituciones, lo cual no quiere decir que todo marcha sobre ruedas.
Los sistemáticos encuentros de la
máxima dirección partidista y de Gobierno con escritores y artistas, a tenor
con el seguimiento de los acuerdos y planteamientos del IX Congreso de la Unión
de Escritores y Artistas de Cuba, dan la medida de cómo se pueden y deben
abordar problemas complejos y avanzar de conjunto hacia posibles soluciones.
En cuanto a la naturaleza del arte, si
queremos preservar y desarrollar el espíritu de aquellas palabras fundacionales
de Fidel, no olvidemos que la
creación muchas veces rompe esquemas, se adelanta a procesos sociales, revela
agudos conflictos y arroja miradas a los lados oscuros de la vida.
Ser inclusivos es contar con todo el
que pueda contar para que la cultura confirme nuestro compromiso con la ruta
que hemos emprendido y a la que no renunciaremos.
amss/Tomado de Granma
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