En cualquier espacio de La Habana y el país, crean ambientes propios para la diversión infantil, este fin de año.
Texto y fotos: Ricardo R Gómez Rodríguez
"Unos dicen que es gallega, yo digo más, es divina". Carolina recita los versos de Martí y regresa rauda al camerino para vestirse de abuela, en un rincón sin bambalinas, debajo de los árboles aledaños a la famosa heladería Coppelia, en el corazón del Vedado capitalino.
Allí hay bisoños magos, payasos disfrazados y un ambiente mágico, en el cual ejerce preponderancia el nítido invierno de La Habana y los deseos del pueblo de superar inconveniencias y hacer más llevadera la vida.
Desde hace años, las fiestas próximas al Primero de Enero, constituyen aliento, y también reto, para quienes deben crearlas, con un mínimo o ningún transporte, medios imprescindibles y, eso sí, un corazón grande donde quepan los sueños de cada uno de los niños que aprecian el espectáculo con la boca y ojos abiertos por la sorpresa.
La escena se repite en cada municipio de La Habana, quizás en todos los rincones del país en estos días, en los que renacen voluntades y prevalecen motivos por custodiar el futuro.
Aunque este reportero se fue antes del cierre, para aprovechar las últimas luces del día, ante el apagón, desde la cama, sentí la música de quienes disfrutaban en La Piragua, del Malecón habanero.
YVL
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