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“Hombres, os he amado. ¡Estad alertas!”

Legando a la humanidad esa advertencia enfrentó el periodista Julius Fucik la muerte en el patíbulo el 8 de septiembre de 1943, para que esa fecha fuera consagrada internacionalmente a los profesionales de la prensa.


Reportaje al pie de la horca fue publicado por primera vez en 1945/Foto tomada del Diario Granma Digital

Texto Rosa Pérez López

Sabía el comunista checo que iba a morir desde la misma noche de su captura. 

Ese iba a ser el precio a pagar por su indeclinable militancia en la resistencia antifascista; por la osadía de sus denuncias en las páginas del periódico “Rude Pravo”; por el coraje de resistir día tras día las torturas sin delatar un solo nombre.

Largos y terribles meses entre las grises piedras de una mazmorra, con la soledad y el aislamiento como perenne compañía, y los trozos de papel que iba convirtiendo poco a poco en el último ejercicio profesional de su existencia.

Así nació “Reportaje al pie de la horca”: mucho más que una dramática recopilación de las vivencias de un condenado a muerte, un vibrante testimonio y un aleccionador reclamo que no ha perdido su dramática vigencia setenta y cuatro años después.

Porque tras la muerte de Fucik miles de periodistas en todos los confines del planeta han costeado con su vida el desempeño de una profesión que alcanza dimensión de sacerdocio cuando asume cabalmente su compromiso con la verdad, con la libertad y con la dignidad de la especie humana.

Esos valores que han trascendido y sobrevivido al horrendo crimen cometido contra Julius Fucick, y que urge revitalizar cada vez más en estos tiempos desafiantes y convulsos, cuando por amor a los hombres y por preservar del revanchismo neo-nazi y la histeria guerrerista todo lo hermoso que han creado la bondad y el intelecto humanos, es preciso, como nunca, estar alertas.

 YVL


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