El Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba recuerda en este mes de julio a Carmelo González (La Habana, 16 de julio de 1920 - 10 de agosto de 1990), a quien se le debe la revitalización del grabado en el país, a partir de la segunda mitad del siglo XX.

Pescadores de Vigo, (1953). Foto tomada de Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba
Texto: Noely Zaldívar
El boletín La ventana abierta de la institución habanera destaca que justo se debe en gran medida a la iniciativa y los innumerables esfuerzos que en este sentido realizara este creador, «dotado de habilidades para brillar como pintor, dibujante, grabador, diseñador de libros, y también desde su proverbial liderazgo», en el criterio de la especialista Teresa Toranzo.
El artista se distinguió por su maestría y dominio de la técnica, en su obra gráfica refleja fielmente el mundo que le rodea; bien alejado del aspecto onírico que caracteriza su pintura, señala los críticos.
Sobre ello, comentaría el propio Carmelo González: «El mundo que me rodea es mi preocupación y el contenido de mi arte. Lo que ocurre en todas partes me interesa. Soy un poco dramático en mi expresión y soy un poco satírico también. Mi obra va envuelta siempre con algo de estos dos aspectos. Y la sangre, el desgarramiento, la lucha, el hombre que muere, el que mata, todas esas cosas aparecen de alguna manera, siempre denunciando, siempre en contra del enemigo».
Sus palabras aparecieron en el título Temperas y dibujos de Carmelo, el 7 de abril de 1972, de la revista Bohemia.
El Museo lo evoca desde la xilografía Pescadores de Vigo, con el que Carmelo ganaría el primer premio en la Segunda Bienal de Arte Hispanoamericano.
ELZ
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