Fue hace ciento cincuenta y un años en San Lorenzo el tránsito definitivo de Carlos Manuel de Céspedes a la inmortalidad, pero tras aquel último combate siguió resucitando en todas las contiendas redentoras que le restaban por librar a nuestra Patria.
Foto de Pedro Rioseco / Tomada del Diario Granma
Texto de Rosa Pérez López
Porque ya Céspedes había comenzado a hacerse eterno un amanecer de campanadas emancipadoras, cuando el sol de la insurgente alborada fundió grilletes y cadenas un 10 de octubre precursor de libertades.
El patriarca inició su sobrevida al comprometer su heredad y su fortuna con la causa independentista; y cuando se hizo Padre de la Patria porque la sangre de su hijo Oscar no era la única que le corría por las venas... sino la de todos los cubanos.
Fue el 27 de febrero de 1874 el tránsito definitivo del patriota a la inmortalidad, pero desde mucho antes ya Carlos Manuel de Céspedes había abarcado con su colosal dimensión de fundador el alma agradecida de la Patria, para siempre.
YVL
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