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El gesto precursor del 10 de octubre

Hace ciento cincuenta y seis años el pueblo cubano tomó el camino hacia la independencia. El gesto precursor de la ansiada soberanía fue la emancipación en Yara de una dotación de esclavos, como símbolo revelador de un futuro sin cadenas para Cuba.

Foto: tomada de la ACN

Texto Rosa Pérez López

Fue Carlos Manuel de Céspedes el iniciador de la contienda, y en un acto de sublime entrega a la causa revolucionaria puso a cabalgar sus ideas abandonando hacienda y riquezas, para lanzarse a la manigua con un puñado de hombres: los suficientes para conquistar la libertad de la Patria.

Era el 10 de octubre de 1868, y durante un decenio la mambisada escribió gloriosas epopeyas a filo de machetes y a lomos de sus sueños.

Pero sobrevino la capitulación del Zanjón; y más tarde la cívica protesta de Antonio Maceo en Baraguá; y luego diecisiete años de reposo turbulento, en los que los afanes independentistas de José Martí organizaban la patriótica contienda que diera continuidad a la revolución iniciada en un ingenio.

Sin embargo otra vez -y a causa de la intervención norteamericana- se epilogaba la guerra necesaria comenzada en 1895, y se entorpecía nuevamente la marcha de los cubanos hacia su definitiva independencia.

Pero hubo un julio de asaltos a cuarteles y un enero de justicia vencedora, cuando una mambisada verde olivo cumplía al fin -y para siempre- la promesa de libertad que un grupo de cubanos le hiciera a la Patria por vez primera en La Demajagua.

Cumplidas las promesas libertarias, han sido otros los empeños de las generaciones que sucesivamente han llevado sobre sus hombros y su frente un justo y humano proyecto social que sigue siendo un ejemplo inspirador para los pobres de la Tierra, en un mundo cada vez más sometido a los afanes hegemónicos de quienes pretenden erosionar la identidad y pisotear la dignidad de las naciones.

Nuestra marcha indetenible hacia ese porvenir en que creemos, que construimos y que defendemos, no es solamente la decisión soberana de todo un pueblo, sino su más sagrado compromiso con los precursores de su soberanía.

A ellos les correspondió inaugurar nuestra tradición de luchas y a nosotros continuarlas hasta las últimas consecuencias, con la convicción de que aquel 10 de octubre también hubiéramos cabalgado junto a Céspedes y sus hombres, y con la certeza de que esos patriotas hoy estuvieran a nuestro lado compartiendo los desafíos de estos tiempos tan difíciles, cuando cada día se pone a prueba el patriotismo y la dignidad de nuestro heroico pueblo.

 

 YVL

 

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