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Un Teatro para la nación y su pueblo

 El Teatro Nacional de Cuba cumple 65 años de intensa actividad en favor del arte y su público

El Teatro Nacional de Cuba es la sede de Danza Contemporánea de Cuba, y un espacio en el que hay lugar para cada manifestación. Foto: Yander Zamora

El Teatro Nacional de Cuba, una de las cinco primeras instituciones al servicio del pueblo fundadas por la Revolución, ha sido escenario de importantes sucesos nacionales e internacionales, desde la segunda mitad del siglo xx hasta la actualidad, así como de hitos en la escena cubana.

Allí surgieron y se consolidaron Danza Contemporánea de Cuba, el Conjunto Folklórico Nacional, la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Nacional de Cuba, agrupaciones insignes de la cultura cubana y de referencia mundial. También fue la cuna del Movimiento de Artistas Aficionados. Lo más selecto del arte cubano e internacional ha estado allí.

Al cabo de 65 años de historia, esta institución emblemática sigue siendo la casa de muchos artistas, un espacio en el que hay lugar para cada manifestación.

«El teatro está a disposición de cualquier actividad en favor de la cultura, la sociedad y la Patria. Siempre vamos a seguir descorriendo las cortinas para todo el que quiera, desde aquí, hacer arte», comentó a Granma su actual directora, Nereyda López Labrada.

Bajo el eslogan La cultura es la Patria, toda la programación de 2024 ha estado dedicada al aniversario 65 del Teatro. En lo que va de año se han realizado, en sus salas Avellaneda y Covarrubias –con 2 056 y 850 capacidades, respectivamente–, entre otras actividades, el homenaje por el aniversario 25 de Teatro Tuyo, el Jazz Plaza, el Cubadisco, y el concierto homenaje a la italiana Lucía Altieri por sus 60 años de carrera, y la despedida definitiva de la escena artística.

Además de la presentación de espectáculos artísticos, también se han celebrado actos políticos y graduaciones; y la entrega de dos premios nacionales, el de Música y el de Danza. Próximamente se realizará allí el Festival Cuerda Viva y más adelante el Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso.

«Hemos acogido al Ballet Nacional de Cuba y sentimos tremendo orgullo cuando en la sala Avellaneda no cabe una persona más. Nos satisface, porque esa es la misión que tiene el teatro: contribuir a fomentar la espiritualidad del pueblo; y que, a pesar de las necesidades que tenemos hoy, podamos, con la cultura, llenar esos espacios».

Con esa misión, han asumido la iniciativa de llevar el arte hasta las comunidades. El Departamento de Relaciones Públicas, ilustra la directora, hace un estudio del lugar y el público al que estará dirigida la actividad; y se convocan artistas y agrupaciones que de alguna manera estén vinculados con el Teatro.

 Asimismo, en coordinación con las escuelas, traen a los niños y jóvenes a las salas, para «formar en ellos una cultura de teatro que para nosotros es muy importante».

También han desarrollado actividades en los jardines, otro espacio que identifica y prestigia a la instalación, y en colaboración con la Casa de la Música de 31 y 2, en La Timba; y pretenden visitar los hogares de ancianos y de niños sin amparo familiar.

La institución, que funciona como un complejo cultural, cuenta con dos espacios que pertenecen a la Egrem, el Café Cantante y el Delirio Habanero. Es actualmente la sede de Danza Contemporánea de Cuba y de la Orquesta Sinfónica Nacional; y la compañía Los Juglaritos ensaya en su sala alternativa.

A pesar de los esfuerzos, comenta López Labrada, es muy difícil darle mantenimiento sistemático a una institución tan grande y constantemente activa. «Trabajamos de lunes a lunes. La vida del Teatro Nacional es diaria, continua y sistemática».

Como una unidad presupuestada con tratamiento especial, el dinero que se obtiene de las ventas de las entradas se destina para los trabajos de mantenimiento, y otros gastos menores.

 «Creo que la mayor fortaleza que tiene la institución es su equipo de trabajo, gente patriota, que se siente comprometida con este proyecto social y con el deber de seguir combatiendo por defender la cultura cubana», añade.

Nereyda confiesa estar enamorada de esta institución, cuyas riendas lleva hace tres años, y a la cual considera una joya de la cultura cubana. Se ha propuesto, dice, continuar el legado de importantes mujeres que también lo dirigieron, desde que la doctora Isabel Monal fuera la primera en hacerlo.

Por/

odh

 

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