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Como la primavera, Vilma

 Hoy 7 de abril cumpliría 94 años una de las grandes heroínas de los cubanos, especialmente de las cubanas, a quien recordamos con su serenidad hecha sonrisa, y con la fuerza y ternura de las buganvilias, sus flores preferidas; como modelo y camino para las mujeres de la Cuba de hoy, que la honran, por habernos demostrado con su ejemplo que el hogar y la Revolución no eran incompatibles, y haber convertido en instituciones y proyectos sus concepciones acerca de una verdadera cultura de la igualdad.

 

Vilma Lucila Espín Guillois

Cada 7 de abril nos trae el recuerdo de la heroína, la combatiente, la dirigente, la mujer de huella transformadora que fue Vilma Lucila Espín Guillois. Este domingo cumpliría 94 años la santiaguera audaz y transgresora que, como la primavera, entró en la historia de Cuba y a fuerza de coraje y audacia se convirtió en alto referente de las mujeres en Revolución.

Fue la niña intrépida que compartía lo mismo la experiencia de trepar un árbol que una clase de francés con sus hermanos y vecinos. La adolescente espigada y de maneras elegantes, pero también estudiosa, amante de las ciencias, especialmente las matemáticas, con una bella voz de soprano y cualidades para la danza.

La muchacha, que cuando le llegó el tiempo de ir a la universidad escogió entre todas las carreras posibles la de Ingeniería Química Industrial, un terreno por aquel entonces exclusivo de hombres, pues decía que para contribuir desde su especialidad al futuro tecnológico del país.

«Me tocó hacer en aquellos días», diría una vez. Y fue tanto lo que hizo, que su huella, enérgica y delicada, aún nos alcanza.

Otra vez abril nos la trae desenvolviendo ardores e ideas en pos de la oficialización de la Universidad de Oriente, el centro de altos estudios que necesitaba la región;  erguida y decidida ante la noticia infausta de que Batista había tomado el poder: «ha llegado la hora, queremos cumplir con lo que nos toca».

Imprimiendo y distribuyendo volantes con versos de José María Heredia, «para que la población leyera del clamor de la libertad desde la belleza de la poesía»; retando a la cara a un esbirro sanguinario en una manifestación callejera, en nombre del luto de las madres.

Decidiendo e imponiéndose al dolor ante la pérdida de Frank, el jefe, el amigo: «le mandé a poner el uniforme con el grado de coronel, la boina sobre el pecho y una rosa blanca sobre ella…»; suavizando jornadas difíciles de monte y guerrilla en las montañas del II Frente con un manojo de viejas canciones cubanas.

Con la misma fuerza que enfrentó un ejército en el llano o la Sierra, se levantó contra siglos de discriminación y prejuicios hacia la mujer después del triunfo del Primero de Enero, una batalla más difícil que las propias luchas libertarias.

Demostró con su ejemplo que el hogar y la Revolución no eran incompatibles; convirtió en instituciones y proyectos sus concepciones acerca de una verdadera cultura de la igualdad y fue el alma de la familia cubana.

Nada le fue ajeno, desde la ropa cómoda y la sillita adecuada que debían utilizar los niños en un círculo infantil, hasta cambiar la historia de una bailarina de cabaret discriminada; enarbolar las razones de las mujeres cubanas en la más encumbrada tribuna internacional, y atender hasta el detalle la última voluntad de un compañero de luchas.

Sobre esta sensible heroína y su entrega ilimitada y amorosa, el Comandante el Jefe Fidel Castro Ruz, líder histórico de la Revolución Cubana, dijo: «Los deberes revolucionarios y su inmenso trabajo nunca le impidieron a Vilma cumplir sus responsabilidades como compañera leal y madre de numerosos hijos». Y de ella también apuntó: «El ejemplo de Vilma es hoy más necesario que nunca. Consagró toda su vida a luchar por la mujer cuando en Cuba la mayoría de ellas era discriminada como ser humano al igual que en el resto del mundo, con honrosas excepciones revolucionarias».

Hoy 7 de abril cumpliría 94 años la Vilma de los cubanos, especialmente de las cubanas, serenidad hecha sonrisa, que con la fuerza y ternura de las buganvilias, sus flores preferidas, deviene modelo y camino para las féminas de la Cuba de hoy, que la  honran en todo el país.

En su Santiago natal, desde las salas del Memorial que lleva su nombre, mujeres de diferentes edades y generaciones evocan su impronta en el taller Vilma en la memoria, y en el Segundo Frente, donde nos ilumina desde un monolito rodeado de helechos y califas rojas, recibirá el tributo hecho flor de las serranas por las que tanto luchó: niñas audaces, adolescentes espigadas y estudiosas; universitarias transgresoras. Y este será el más hermoso regalo de cumpleaños.

Por/Odalis Riquenes Cutiño

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