Emblemas que ha tenido la FMC durante estos años/Ecurex
Por: Rosa Pérez López
Ahora tengo ante mis ojos su carnet de federada: el que recibió orgullosa aquel año sesenta, tan significativo para la mujer cubana.
Miro la foto incrustada en el plástico con que de inmediato decidió preservar aquella constancia de su pertenencia por primera vez a una organización de masas. Miro su rostro todavía terso, que el tiempo se encargó de cubrir de arrugas y vivencias; y su lunar de canas, que de a poco le fue abarcando por completo el cabello y los recuerdos.
Me dijo entonces que cuando yo creciera iríamos juntas a las actividades de la Federación, pero como en Cuba suelen acelerarse a veces los procesos, aún siendo niña compartí con ella el empeño de colectar en el vecindario medicamentos y ropa para los damnificados del Flora: aquel ciclón que con su terrible lazo de viento y de lluvia nos estrangulara y tantas esperanzas.
Un buen día tuve entre mis manos un carnet semejante al suyo, que ella se apresuró también a recubrir de plástico, “porque hay cosas que deben conservarse para siempre”, según su sencillo, sincero y sabio modo de decir. Y a partir de ese momento celebramos juntas y ya con el derecho de mi edad y mis doctrinas, la fecha consagrada a las mujeres cubanas: desde la felicitación con que comenzábamos el día, hasta el dulce casero que ella siempre aportara a la conmemoración del barrio.
Ahora tengo ante mis ojos su carnet de federada, y aunque desde hace nueve años sólo puedo besar su foto, no renuncio al impulso de felicitar hoy a mi madre... como cada veintitrés de agosto.
nyr
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